
«Necesito del mar porque me enseña: no sé si aprendo música o conciencia» – Pablo Neruda.
Eran las 6:30 a.m. cuando aterrizaba en Nueva York para mi escala a Cartagena. El cambio de horario me había llenado de sueño y cansancio. Todavía faltaban cuatro horas más en avión. Perdida en mis pensamientos, me da ánimo ver a tantos hablando español. Ya me siento más cerquita, con las familias reunidas, con los niños corriendo mientras mezclan el inglés con el español, sus papás con las manos llenas de regalos para los primos, los sobrinos y los ahijados. Voy sintiendo el calor.
Aterrizamos. Ya la humedad es de verdad y no es tan cómoda como creí que la recordaba. Salgo, con mi maleta y dos morrales. Sonrío, sonrío mucho. Mi papá ha ido a recogerme y mi abuela ha decidido acompañarlo, pues mi mamá por otras obligaciones no ha podido hacerlo. Mi abuela, ella, a pesar de sus achaques no deja de ver cada viaje como un paseo. Ya puedes ver de donde en parte saqué este bicho de viajar.
Vuelvo y volví al mar del que me había despedido hace año y medio, su arena, su muelle y sus olas ensordecedoras. Mío, el mar, y yo de él. Recordé los amores, los amigos, los que fueron y ya no están, los que están y sabemos que estarán. En ese mar perdoné y me perdoné a mi misma. Creo que la tranquilidad consiste en eso, en perdonar, en especial a nosotros mismos.
Volver a Colombia significa llegar con una maleta llena de experiencias y esperanzas. Significa mantener esa esencia de tu origen, pero también es reconocer que has cambiado, crecido y madurado. Que ya no eres la misma o el mismo y que los pensamientos se han abierto, que ahora respetas más, escuchas más y sobre todo, juzgas menos.
Volver es aceptar que entre más conozcas del mundo, más te darás cuenta que siempre habrá un nuevo lugar por explorar, una nueva aventura que vivir y que estas ansias de viajar seguirán creciendo en ti.
Salí del mar, podía sentir el sabor a sal en mis labios, miré el horizonte de nuevo y me di cuenta que era momento de marcharme.
A la final, volver es saber que pronto te irás y nunca aprender a despedirse.