Desde mi balcón

¿Se han puesto a pensar en todo lo que a uno se le puede ocurrir mientras está en un balcón?

Hace unos días mientras trataba de encontrar el atardecer, recordé que siempre quise un balcón, era un asunto casi épico para mí, imaginarme viendo el amanecer, inventándome deseos, encontrándome con mis pensamientos y hasta recibiendo serenatas. Delicioso. Ahora que el tiempo pasó desde que imaginaba lo que me imaginaba, tengo dos balcones. Tan parecidos y tan diferentes que puedo estallar en un mar de sensaciones. Rico. Y entonces, hace unos días mientras trataba de hacer lo que hacía, me encontré a mi misma, con una fresca brisa de diciembre y pensando en estos últimos casi doce meses. En lo que hice, en lo quise hacer, en lo que viví, y en todo lo que aprendí. Es maravillosamente increíble cuántas cosas pueden pasar en un sólo año, cuántas personas puedes conocer, cuántas cosas puedes descubrir y cómo tu vida puede cambiar, que si eres más independiente, que ya no es suficiente o que simplemente necesitas un cambio.

Pensé en todo eso, en cómo crecí, y en cómo nos toca crecer, y es que empezar a ser adultos no es tan fácil como uno creería estando niño. Diecisiete días para que termine el 2012 y yo acá, pensando en eso, en que siempre seré la niña de mamá y la princesa de papá, y en todo lo que quiero hacer y todos los miedos que he de perder, tal vez sea ese el verdadero significado de crecer.

Sí, ha de venir un nuevo año, con nuevas cosas, nuevos amores y nuevos sueños, pero de mis ganas, esas se quedarán intactas, porque en el camino seguiré suspirando por cada detalle que el universo me regale, seguiré buscando la manera de encontrar lo que tanto quiero y seguiré esperando que algún día, al fin, el atardecer pueda encontrarme, desde aquí, desde mi balcón.