
«Hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro» Albert Einstein.
A las seis de la mañana me encontraba esperando el autobús. Estaba somnolienta, tenía frío y el sol apenas me estaba saludando.
A esas horas, me concentro, por lo menos eso intento, en comercialización y literatura, los dos últimos parciales para el primer período. No lo logro. Para distraerme, empecé a pensar en todo lo que le toca a uno como estudiante: exámenes, proyectos, carreras en medio de las escaleras y ascensores y ver cómo a la final de la jornada te mueves por mera inercia. Me distraje. Recuerdo los dos parciales y ahora trato de concentrarme nuevamente. Casi se me pasa el bus, muevo mi brazo desesperadamente y el conductor en un acto de misericordia baja la velocidad y para. Parece que será un día largo. Subo, pago, hay sillas disponibles, aprovecho y me siento en el puesto ubicado detrás del conductor.
Quise seguir meditando sobre la difícil vida del estudiante pero de repente noto en el retrovisor la cara de un joven, volteo la mirada, pero la curiosidad me invita a ver una vez más y noto que su rostro siquiera llegaba a la mitad del asiento, entonces me doy cuenta que presenta una anomalía por lo que su estatura es mucho menor a la del común de la gente: enanismo. Trato de no mirar y de olvidarme del hecho. De repente una mujer hace una seña para que la dejen en la próxima parada. La mujer es la mamá de ese joven de talla pequeña, y para mi sorpresa ese joven que inspira tanta curiosidad está vestido con el uniforme de la facultad de derecho de una de las universidades de la ciudad, su madre lo ayuda a bajar, pues al parecer presenta problemas para caminar, con una rapidez casi entrenada. No miran atrás y siguen adelante. El bus queda en silencio.
¿Que si me sorprendí? Quedé petrificada. El sueño se me quitó enseguida, el era un estudiante más, con una vida mucho más ajetreada que la mía pero con un ánimo de superación increíble ¿Con qué argumentos vengo yo a quejarme? ¿Difícil, dónde?
Chaplin decía: «Luchar para vivir la vida, para sufrirla y para gozarla. La vida es maravillosa si no se le tiene miedo», y créanme que ese joven que vi hoy lucha día a día para vivirla y gozarla, enfrentando el miedo y las miradas de los demás. Son unos valientes, su madre y él. Ambos son la prueba fehaciente del poder de la determinación.
Cambió mi día, y no hubo espacios para quejas.
La vida nos está esperando allá afuera para que hagamos algo con ella.
¿Ya viste el milagro de hoy?